sábado, 16 de abril de 2016

QUE LA SEGUNDA VUELTA NO TE QUITE EL SUEÑO

Las  opiniones sobre los resultados electorales del 10 de abril van desde las que creen que el “modelo económico” se ha salvado y que la mayoría del país se inclinó hacia la derecha, hasta las que sostienen que hay un renacimiento de la izquierda con el 19% de las preferencias electorales que obtuvo.

Más allá de las categorías políticas de izquierda o derecha,    los votos blancos y nulos y  el ausentismo electoral se convierten en la primera mayoría (casi un millón de votos más que Keiko Fujimori). Si a ello sumamos los votos del Frente Amplio, de Acción Popular y de Democracia Directa, que han cuestionado el modelo, constatamos que la mayoría si quiere cambios en éste. Bastaría, además, citar tres productos de este modelo que mientras no cambien seguirán ampliamente  rechazados.

1. El sistema de servicios en salud pública y en previsión social que excluye a las mayorías del país en su cobertura, estando muy lejos de la universalización, como ocurre en cualquier país medianamente desarrollado.

  2. El sistema financiero con sus leoninas tasas de interés que esquilman a muchos usuarios y deja fuera de la bancarización a miles de pequeños negocios y cientos de miles de personas. De este sistema también es parte el esquema previsional privado de las APFs que lucran con los aportes de 6 millones de peruanos.

3. La educación pública que, pese a los esfuerzos, continúa  siendo muy deficitaria, y que de tornarse de calidad sería la gran herramienta para igualar el acceso a oportunidades a millones de peruanos.
 
Dudo que los programas económicos de Keiko y de PPK pretendan variar esta situación  que describe  las “bondades” del actual modelo económico.  La exclusión en salud pública, previsión social, la mala calidad de la educación, y la falta de democratización del crédito contribuye a la pobreza y atrasa el desarrollo humano y económico. Es cierto que el “modelo” redujo la pobreza en los últimos 25 años, pero sobre todo en términos monetarios y en  el acceso a bienes de consumo.

¿A un gobierno de corte autoritario y populista como el fujimorista le convendría realmente reducir la pobreza?. O  más bien aumentar el asistencialismo y las dádivas (no el empleo productivo, que va de la mano con una buena educación) para mantener cautivo el bolsón de electores de los sectores  D y E.
Es probable que en  un eventual gobierno de PPK haya matices y que en otros temas de política pública pretenda el consenso antes que la imposición que ya amenaza el partido de Keiko con su mayoría parlamentaria. Pero la fama de PPK, que ha participado en los gobiernos de los últimos  50 años, es más la de un hombre de negocios, que la de un gobernante. Por ello de ser presidente y   con una minoría en el Congreso ¿será capaz de detener  los avatares del fujimorismo?. Es posible que gane quien gane, sin menoscabo que uno sea más intolerante que otro, tratarán de gobernar juntos.

En estas circunstancias votar por una u otra ficha el 5 de abril, no cambiará  casi nada, o mejor dicho mantendrá el “modelo”. Nadie puede negar las bondades del libre comercio, y las que tiene  por su naturaleza  el mercado. Pero la libertad y bienestar de las personas va más allá de ser conformista en un país donde la desigualdad social es grande.
Al Frente Amplio no le debería quitar el sueño la orientación del voto  hacia uno u otro candidato en la segunda vuelta, porque así  no tendría ninguna hipoteca política que pagar. Tiene mucho trabajo en estos próximos cinco años para convertirse con sus planteamientos, su organización, y liderazgos en una alternativa de  gobierno para el 2021. Por ahora debe enfatizar que opina y plantea ante las opciones de PPK y Keiko. 

La ciudadanía (que no suele hacer caso a orientaciones de partidos sobre su voto)  debe ser consciente porque quien votar o no. Si  los hechos demuestran que se equivoca, sabe que su expresión política no se agotará una vez  en las calles.