sábado, 5 de marzo de 2016

SACARON A ACUÑA, ¿AHORA SEGUIRÁ KEIKO?

La exclusión de César Acuña del proceso electoral tiene varias connotaciones. Es un castigo a una persona acostumbrada a saltar la valla de la ley y hacer de la política populismo puro, regalando dinero y dando dádivas a sus electores, desde que fue Alcalde, presidente regional, y presumiblemente desde cuando era congresista.

¿Por qué antes no lo sancionaron, a pesar de tener varios procesos judiciales, e incluso una multa de la ONPE por usar dinero de su universidad, la UCV para su campaña política (que nunca pagó)?. Antes el poder político le permitió todo eso.
Ahora no, ¿porque chocó con el elenco estable de candidatos favoritos? ¿Porque representa la figura de un cholo, salido desde abajo, y que  aplica el vale todo para conseguir sus objetivos? Un modus operandi ¿qué solo estaría permitido para los candidatos de otros colores y estratos y/o relación económica, como lo son Keiko, PPK y Alan García?, cuya única diferencia con la conducta de Acuña es que no se les conoce como plagiadores.

Acuña no era el candidato identificado con la CONFIEP o con los lobbies de los grandes grupos de poder, como sí lo están los mencionados candidatos. Su fortuna (que muchos de éstos envidiarían para sostener su campaña política) no aparece ligada a estos colectivos empresariales.


Más que una connotación racista, o al resultado lógico de una sanción por infringir la ley electoral,  la exclusión de Acuña también respondería al interés de quienes solo entre ellos quieren seguir repartiéndose la torta del poder político. ¿Cómo este Sr. se ha  atrevido a querer ser presidente, desplazando a quienes tienen la venia de los poderes políticos, empresariales y judiciales?  Esta misma lógica parecería aplicarse  al candidato Julio Guzmán.

Es cierto que Acuña y Guzmán han faltado, e incumplido con los procedimientos legales del proceso electoral. Pero, el brazo del JNE y la presión mediática no fueron igual de duros con otros candidatos que dan prebendas, e incumplen con los procesos internos de elección de candidaturas.


Para tratar de ser justos, y no pensar que la ley solo se utiliza  para sacar de juego a quienes no forman parte del elenco estable, el JNE debería iniciar un proceso sancionador contra Keiko Fujimori por las mismas razones que sancionó a Acuña: uso indebido de dádivas por el candidato presidencial. Hay suficiente evidencia que Keiko ha regalado alimentos  y otros artefactos, así como lo han hecho sus candidatos a congresistas.


Una decisión contraria del JNE daría más que la impresión; la evidencia de que hay un favoritismo no encubierto que no dista mucho de crear las condiciones para un fraude electoral.

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